Lluéveme, Señor, un poco
con esta claridad con que te llueves
sobre el jardín incierto en la ventana.



El agua que me cale lentamente
hasta apagar mi llama de inquietudes,
el agua que me embalse y me sosiegue
de presencia de Ti, de noche tuya.



Estoy reseco, tristemente solo,
con un gris de sucesos
sin el premio siquiera de una lágrima.



Ve regando el miedo de mis ojos
con el zumo de paz que de Ti mana,
ve llenando mi surco, enfermo y roto
como una llaga abierta, de tu bálsamo.



Ve lloviendo, Señor, y desmoróname
de tanto leve aluvión en mi esperanza
negra en la soledad y a la par lumbre.



Derrámate del todo, que en la lluvia
me sentiré dormido a la apariencia
con la pena empapada en tu alegría
sin serme ni sentirme en los caminos.



Inúndame, Señor, con tu ternura
y apágame a mí mismo porque enciendas
luces más tuyas sobre la ceniza.


Pedro Miguel Lamet, SJ         


Del libro: "El templo de la sorpresa" - Madrid, 1969
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Publicado con permiso del autor.
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Música: Right Here Waiting For You.