Eras un niño al fin aquella tarde
que dejabas tu ser tendido en la almohada
bajo el temblar del mundo,
con la madre
convertida en silencio y en mirada.



Eras mi niño,
el niño que yo he sido
el que no pude ser, el que en las claras
presencias del adolescente
quise matar
temiendo que naciera
de tu simple palabra.
¡ Oh qué adultos andamos por los años
con pertrechos de tierra amontonada,
qué vendido el camino
qué justo el presupuesto
al tiempo que los éxitos se acaban!



Se quebró la fortuna,
nuestras voces de mando no desatan
un paso hacia la luz:
¿no tuvimos el pulso en el volante
para imitar tu calma?
Eras un niño al fin aquella tarde
con el rostro deshecho,
la carne amoratada
y la canción de cuna del silencio
de los que a solas cantan.


Pedro Miguel Lamet, SJ           

Del libro: "Los cuadernos del nómada" - 1976
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Música: Exile (Enya)
Imagen superior: Cristo negro de Esquipulas (Guatemala)