No te traigo esta noche otra vivencia
que este miedo, Jesús, de haber nacido,
este temblor de hombre, este latido
que es penumbra de ti, honda querencia



del que se siente paso y permanencia.
No te entiendo y te observo amanecido
en mi cueva de tiempo, hecho a mi nido
y a su fugaz hogar de amor y ausencia.



¡Oh qué lumbre te habita en la mirada,
amado Niño del calor primero,
para arropar desnudo cuanto ignoro,



para colmar de asombro este agujero
que es ir corriendo en busca de un tesoro
y no ser Todo hasta abrazar la nada!


Pedro Miguel Lamet, SJ           


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Música: Espíritu Santo, ven.